Competencia en comunicación lingüística

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Cuando comenzamos a preparar las oposiciones, bien sea primaria o secundaria, habitualmente nos encontramos con un escollo que no siempre afrontamos con garantías: las célebres competencias.

La dificultad en la comprensión de este, “nuevo” elemento curricular, que data del 2006, quizá estriba en que muchos de nosotros, cuando fuimos alumnos, no disfrutamos en el aula de actividades, tareas y secuencias didácticas que contemplasen este enfoque competencial. Es decir, que cuando extraemos las estrategias propias de nuestra “mochila docente”, no encontramos ninguna referencia vinculada a las competencias. Como símil, podríamos pensar en un niño antes de salir al recreo, que confiado abre su mochila y descubre su “tapper” del desayuno vacío.  Resulta que se han olvidado de echarnos el bocadillo.

En este caso, no ha sido un olvido. Es un elemento nuevo que ha aparecido. Y para comprenderlo e integrarlo en nuestras secuencias didácticas necesitamos formación. Todo el profesorado la ha necesitado.

La competencia lingüística trasciende de las destrezas propias de la lengua, aunque a partir de las mismas se puede comprender mejor su significado, como puede verse en estos dos ejemplos:

Expresión oral: Expresarse en distintas modalidades y formatos.

Comprensión lectora: comprensión de la naturaleza de los mensajes de los textos. Procesamiento de la información.

Estos ejemplos ilustran una posible línea de trabajo para el diseño de una tarea. Es decir, deberíamos de diseñar en el aula tareas que permitiesen al alumno poner en práctica estas competencias. En el primer caso, realizar una exposición oral en un formato desconocido hasta ese momento y en el segundo, analizar críticamente un texto sobre el cambio climático. Son dos ejemplos, pero quiero incidir en que, desde mi punto de vista, el camino ha de ser el de diseñar tareas y situaciones de aprendizaje donde puedan ponerse en práctica las competencias. Por tanto, en la génesis de las mismas han de estar presente las competencias junto a los contenidos que queramos abordar.

Como consejo, en este diseño os puede valer consultar las “dimensiones” que conforman cada una de las competencias. Podéis buscar por palabra clave, la competencia en cuestión, en google académico o en dialnet.  Seguro que os devuelve multitud de información.

Es un camino complejo y arduo, pero gratificante. Y así de una vez podremos evitar, en estas últimas sesiones de evaluación, el evaluar las competencias pidiendo la opinión del especialista más cercano a cada una de ellas.

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